Centrosaurus: Significa reptil de punta afilada. El nombre se debe a un largo y afilado cuerno que tenía en el hocico.
Tenía la longitud de un elefante y la altura de una persona adulta. Con un solo cuerno en el hocico y un cuerpo rechoncho, parecía un gran rinoceronte. Cuando era atacado por los tiranosáuridos gigantes, carnívoros bípedos, la manada tenía una manera muy hábil de ponerse a salvo. Los machos formaban un círculo alrededor de las crías y las hembras, mirando hacia fuera y su temible cuerno del hocico en ristre. Como una caravana de carretas del antiguo Oeste, este círculo de dinosaurios oponía una muralla casi impenetrable a los atacantes. Los científicos que encontraron una manada fosilizada advirtieron que algunos de los huesos estaban rotos, parecía como si hubieran sido pisoteados.
Es posible que se produjeran muertos cuando el rebaño corría en estampida, por ejemplo al cruzar un río de aguas muy rápidas. No estaba hecho para correr. Con un cuerpo pesado y unas patas macizas, tenía que hacer frente a los depredadores. No permanecía siempre con el rebaño. Si uno se alejaba en busca de comida, se convertía en un tentador blanco para carnívoros como el Albertosaurus.
Pero tenía que apresurarse. Si se daba cuenta de la presencia de un carnívoro, se encogía y separaba las patas, dispuesto a embestir como un rinoceronte. Hasta el mayor dinosaurio saldría lastimado, si no muerto, en caso de que le ensartara con el cuerno en plena carrera. Como la cabeza y la placa ósea eran tan grandes, comparadas con el resto del cuerpo, necesitaba un cuello y unos hombros muy robustos. Un leve movimiento de la cabeza ejercía gran presión sobre sus huesos.
Tenía unas patas anchas con dedos acolchados, que le permitía repartir equilibradamente su enorme peso. Al caminar, probablemente apoyaba sólo los dedos. Sus patas delanteras eran muy fuertes y más cortas que las traseras, porque soportaban la mayor parte del peso. Escogía su alimento entre la vegetación baja, arrancando las plantas con su pico óseo. Sus afilados dientes cortaban el alimento como una guillotina. Cuando desgastaba las piezas de su dentadura, nuevos dientes nacían en su lugar. Del cuello arrancaba una placa ósea con pequeñas protuberancias en el borde. Algunos tenían al final de la placa dos lenguas de hueso cubiertas de piel que colgaban hacia abajo. Tenían unos anchos agujeros sobre ella para aligerar peso. Los científicos creen que probablemente la placa era un símbolo de la posición social del dinosaurio. Quizá tuviera vivos colores para que pudieran distinguirse entre sí. Vivió hace unos 80 millones de años, a finales del período Cretácico, en Canadá.
Tenía la longitud de un elefante y la altura de una persona adulta. Con un solo cuerno en el hocico y un cuerpo rechoncho, parecía un gran rinoceronte. Cuando era atacado por los tiranosáuridos gigantes, carnívoros bípedos, la manada tenía una manera muy hábil de ponerse a salvo. Los machos formaban un círculo alrededor de las crías y las hembras, mirando hacia fuera y su temible cuerno del hocico en ristre. Como una caravana de carretas del antiguo Oeste, este círculo de dinosaurios oponía una muralla casi impenetrable a los atacantes. Los científicos que encontraron una manada fosilizada advirtieron que algunos de los huesos estaban rotos, parecía como si hubieran sido pisoteados.
Es posible que se produjeran muertos cuando el rebaño corría en estampida, por ejemplo al cruzar un río de aguas muy rápidas. No estaba hecho para correr. Con un cuerpo pesado y unas patas macizas, tenía que hacer frente a los depredadores. No permanecía siempre con el rebaño. Si uno se alejaba en busca de comida, se convertía en un tentador blanco para carnívoros como el Albertosaurus.
Pero tenía que apresurarse. Si se daba cuenta de la presencia de un carnívoro, se encogía y separaba las patas, dispuesto a embestir como un rinoceronte. Hasta el mayor dinosaurio saldría lastimado, si no muerto, en caso de que le ensartara con el cuerno en plena carrera. Como la cabeza y la placa ósea eran tan grandes, comparadas con el resto del cuerpo, necesitaba un cuello y unos hombros muy robustos. Un leve movimiento de la cabeza ejercía gran presión sobre sus huesos.
Tenía unas patas anchas con dedos acolchados, que le permitía repartir equilibradamente su enorme peso. Al caminar, probablemente apoyaba sólo los dedos. Sus patas delanteras eran muy fuertes y más cortas que las traseras, porque soportaban la mayor parte del peso. Escogía su alimento entre la vegetación baja, arrancando las plantas con su pico óseo. Sus afilados dientes cortaban el alimento como una guillotina. Cuando desgastaba las piezas de su dentadura, nuevos dientes nacían en su lugar. Del cuello arrancaba una placa ósea con pequeñas protuberancias en el borde. Algunos tenían al final de la placa dos lenguas de hueso cubiertas de piel que colgaban hacia abajo. Tenían unos anchos agujeros sobre ella para aligerar peso. Los científicos creen que probablemente la placa era un símbolo de la posición social del dinosaurio. Quizá tuviera vivos colores para que pudieran distinguirse entre sí. Vivió hace unos 80 millones de años, a finales del período Cretácico, en Canadá.
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